Publicat en Cançons ed. infantil, Celebracions, Dia de la Pau

Un any més ens preparem per al Dia de la Pau

Un any més arriba el Dia de la Pau, i al centre realitzarem diverses activitats per celebrar aquesta data tan important. A més, també ens unim a les iniciatives per al Dia de l’Arbre, així que serà un dia ben intens. L’activitat proposada per a tancar aquesta celebració consistirà en cantar tots junts la cançó “Olélé”. El motiu és que darrere d’aquesta cançó hi ha una història molt bonica, on gràcies a la unió i la col·laboració d’un poble, aconsegueixen superar grans dificultats.

Conte

Había un poblado a la orilla del río más grande del mundo, el río Kasai. El poblado dependía de la pesca para sobrevivir y todas las mañanas salían muchas canoas llenas de mujeres río Kasai arriba y volvían cargadas por la tarde. Cuando las canoas de pescadoras volvían de faenar, todo el mundo celebraba la fiesta, comía y bailaba hasta la noche.

Un verano el poblado se quedó sin comida. Las pescadoras salían a pescar, pero volvían con las redes vacías. Desapareció la felicidad y las niñas y niños empezaban a quejarse del hambre. La jefa del poblado decidió enviar la canoa más grande con las más expertas pescadoras más allá de lo que nunca habían llegado. Las pescadoras zarparon y pronto estaban ya en medio del río. 

Las pescadoras más expertas, Abhi y Zanema, discutían sobre dónde ir. “Vamos a los bancos de peces del norte, lejos de la orilla”, dijo Abhi.

“No”, dijo Zanema, “hay demasiadas rocas y moriremos. No ordenaré a las mujeres remar hacia las rocas” 

“Pero allí entre las rocas es donde está la pesca”, decía Abhi.

“No, tenemos que ir a las aguas tranquilas del sur, donde duermen los peces más grandes”.

Abhi dijo: “Soy la pescadora de más edad y mi palabra es ley. Remad hacia el norte”.

Pero Zanema, que controlaba a la tripulación, no daba la orden y la embarcación empezó a ir a la deriva.

Una tormenta se acercaba y el viento empezó a soplar. Las aguas se encrespaban y empezaban a empujar la canoa.

“Oh, no”, decían todas las mujeres, “volvamos a casa, con este viento no llegaremos a ningún sitio”.

Y entonces en el cielo sonó la voz de Bénguela: “Remad juntas”

Ellas, sobrecogidas al oír a Bénguela, comenzaron a remar, pero la tormenta ganaba fuerza y las mujeres, asustadas, decían “estamos malditas, debemos volver”.

Al dejar de remar, la canoa se iba a la deriva y las olas subían. De nuevo se oyó la voz de Bénguela: “Vuestros hijos, vuestros maridos morirán de hambre si abandonáis”

Al escuchar esto, volvieron a remar, temerosas por sus familias, y remaron todas a una. La tormenta arreciaba y un rayo cayó junto a la canoa, pero siguieron remando, cantando: “¡Olelé!”. Juntas, remando como una, comenzaron a avanzar.

 El viento, entonces, empezó a amainar. En ese momento se dieron cuenta de que estaban en un lugar del río que nunca antes habían visto. Al detenerse el viento lanzaron sus redes y pescaron y salió el sol. Era aquella una luz hermosa y diferente. 

Recogieron las redes y las encontraron llenas de enormes peces, tantos que la canoa parecía hundirse en el camino de vuelta.

El poblado entero se agolpaba en la orilla para recibirlas. Mujeres, hombres y niños cantaron, danzaron y comieron y fue mucho el tiempo que duró su alegría.